[RE]POST: C.P. 30540


Se escuchan historias de amor. Gratis.

Era el día para nuestra primer acción en Blanca: Repostear una imagen/acción que ha sido reposteada varias veces [“Se escuchan historias de amor. Gratis.”], en diferentes contextos, y pedirle a la gente que marcara un lugar, en el mapa local, dónde ubicar esa historia.

Veníamos de preguntarnos: ¿Por qué queremos escuchar historias de amor?¿Dónde se cuentan/escuchan historias de amor? ¿Por qué alguien le contaría su historia de amor a un par de desconocidos?

Nos descubrimos nerviosos, pero emocionados.


    Imagen tomada de Internet. Crédito desconocido

La realidad es que nuestra acción fue cortísima. Duró menos de 30 minutos:
Preparamos nuestro cartelito, intentamos poner una mesita que invitara un poco y unas sillitas para hacerlo más cómodo. Nos sentamos a esperar.

Al cabo de unos minutos la gente empezó a vernos de reojo, como si no nos viera. Algunos se detenían lo suficiente para que notáramos que leían el cartel, nos veían, pero no tenían la menor intención de sentarse a contar nada.

Una señora se acercó con unos centavos y dijo: “No traigo más que lo de la compra, pero aquí tenéis”.
Jean Paul: “ No, no, nosotros no pedimos dinero”.
Señora: “Pero entonces ¿qué vendéis?
Jean Paul: “Nada. Nosotros queremos escuchar historias de amor. ¿Le gustaría contarnos una historia?”
Señora: “No, no, yo no tengo nada que contar”.

Y siguió su camino, hacia la compra del mercado de los jueves.

 Eiji Fukushima

Al cabo de unos minutos más, teníamos de frente a un par de señores: el responsable del mercado y un policía.

Policía: “Aquí no podéis mercar. Andando”
Jean Paul: “Pero, un momento. No vendemos nada. Solo queremos […]”
Policía: “ Nada. Tenéis que pedir un permiso.”
R.M.: “Tenéis que ir a la municipalidad y hablar con Loly para hacer cualquier cosa”.

Aquí como en Querétaro, no importa que sea gratis, no importa que sea sencillo, si está fuera de lo cotidiano necesita autorización y permiso.

 Imagen tomada de Internet. Crédito desconocido


Se escuchan historias de amor… en oficinas de gobierno.

Así como así, en menos de 2 horas desde que comenzamos ya estábamos en la municipalidad (que es el Ayuntamiento), llenando el formulario para que nos dieran permiso de poner nuestro cartel para escuchar historias de amor, gratis.

¿Cómo se le explica a la institución, a través de un oficio, que vas a escuchar historias de amor?¿Cómo se entiende escribir “amor” inmediatamente después de “así mismo” o “realizaremos la acción en”, o “por medio de la presente”… ?

Jean Paul y Ambar esperando en el mercado. Foto: Jair Méndez

Mientras llenábamos la formulita, preguntándonos cuánto tiempo nos iba a tomar la respuesta [en esta ciudad donde la gente te responde, en una oficina de gobierno: “Pues fulanita no está, habrá ido a tomar algo a su casa, pero ahora vuelve, espérala”] Loly que nos atendía y parecía bastante divertida con nuestra propuesta de acción [y con el hecho de que tuviéramos que pedir permiso], dijo casi de broma:

Loly: “Pues para historias de amor, tendríais que empezar aquí con mi compañero [señaló a un señor, como de 60 años, sentado en el escritorio de enfrente], que lleva ya muchos años casado”.

Así que ambos volteamos con el indicado:

Señor: “¿Y para qué queréis historias de amor?”
Nosotros: “Aaaah… mmm… bueno… nosotros tenemos una obra, que cuenta una historia de amor. Pero en Blanca no tenemos ninguna historia porque no vivimos aquí, así que quisimos recolectar historias de quienes sí viven acá”
Señor: “Ya. Pero no vais a poner nombre ni nada, ¿no?”
Nosotros [a coro]: “¡No, no! Todo se queda anónimo”.
Señor: “Bueno, yo les voy a contar y si les parece importante, pues, ya veréis: Yo era muy joven…”


Jair Méndez

Y de pronto estábamos ahí, en una oficina del Ayuntamiento de un municipio Español, mientras redactábamos un permiso para escuchar historias de amor, escuchando la historia de un hombre que conoció a la mujer con la que lleva 30 años casado, viéndola pasar cada día por la mañana frente a él, con su cabello rizado y recogido en una coleta, mientras esperaba el autobús que lo llevaba a la escuela. [La historia completa será contada en otro momento].

Nos sorprendían sus ojos brillantes, su sonrisa y la generosidad de su corporalidad mientras nos contaba, pero más sorprendente era ver cómo desaparecían cuando entraba alguien en la oficina y él volvía a ser rígido y serio, para, en el segundo siguiente, regresar a su relato con sonrisa y brillo en los ojos.

Salimos agradecidos y con un par de sonrisas gigantes en nuestras caras incrédulas y corrimos con la cámara a tomar los lugares de los que nos habló este señor de quien no quisimos preguntar el nombre, por miedo a que no nos contara nada más.


"La veía, que siempre venía por el puente desde el Alto Palomo, y me gustaba porque tenía el cabello muy rizado y lo llevaba en una coleta." 



Mis primeras y tal vez no tan humildes conclusiones de esta primera acción son:

1)  En las grandes ciudades, los espacios públicos son también espacios de incógnito, anónimos,  donde una acción pequeña puede pasar desapercibida o, en todo caso, diluir la sensación de ser observado por algo que se hace.

2)  En las ciudades pequeñas, los espacios públicos son lugares para observar y ser observado.

3) No sabemos si se pueden o no contar historias de amor en un mercado, pero sí sabemos que se pueden contar en oficinas de gobierno… o donde menos nos lo esperamos.

Comentarios

  1. Dónde puedo leer la historia de amor del señor...?

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    1. Hola. Todavía no las tenemos publicadas en ningún lado, pero esperamos dentro de poco tener un archivo público de historias de amor.

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